Una de las visitas que más ganas tenía de descubrir en Mallorca, era la Fundación Pilar y Joan Miró o Fundació Pilar i Joan Miró, situada en la calle Joan de Saridakis 29, muy cerca del Palacio de Marivent, dónde pasan los veranos la Familia Real Española.

Según entramos por la puerta Joan Miró, mediante sus esculturas y murales, nos da la bienvenida, un buen recibimiento que nos trasladará en el tiempo a la que fue su vivienda desde 1956 hasta su muerte en 1983.

El espacio de Joan Miró se ubica en la finca Son Abrines que alberga 3 importantes edificios como podemos ver en el mapa siguiente, dónde encontraremos, la sede de la Fundación construida por el arquitecto Rafael Moneo, el Taller de Joan Miró en el que parece que no hubiera pasado el tiempo y Miró fuera a aparecer en cualquier momento, así como el edificio Son Boter, una casa del siglo XVIII, que utilizó en su etapa de madurez para realizar alguna de sus obras.

Miró siempre había soñado con tener su propio taller, fue entonces cuanto su amigo arquitecto Josep Lluís Sert, construyó Son Abrines, la finca albergaba el taller que hoy día conocemos y en el que según entras por la puerta parece que viajásemos en el tiempo hasta estar en el taller con el propio artista, con sus monos intactos como si los hubiera dejado escasos minutos antes, al igual que sus materiales con los que trabajaba a diario, una sensación única y muy recomendable si visitáis la isla.

Tres años más tarde, en 1959, Joan Miró adquirió la finca contigua llamada Son Boter, dónde encontramos la casa típica casa señorial mallorquina, que hemos mencionado anteriormente y que también utilizó como taller de grabado y litografía, además de para albergar algunas de sus obras, realizando incluso el mismo algunos grafitos a carboncillo en sus paredes durante su etapa de madurez.

Años más tarde, alarmado por la burbuja inmobiliaria de la época en los alrededores de sus talleres, decidió crear una fundación pública y municipal para preservar su obra, la documentación de la misma, así como todo su proceso creativo, que dotarían a la ciudad de Palma de Mallorca, de un centro cultural y artístico.

Para albergar toda su obra compuesta por 6.000 piezas compuestas por pinturas, esculturas, tapices, dibujos, esbozos, y otra documentación, su viuda Pilar Juncosa, donó unos terrenos en propiedad y 39 gouaches o acuarelas y 3 óleos, que tras ser subastados permitieron a la fundación construir la nueva sede a manos del arquitecto Rafael Moneo, que se llamaría lo que hoy conocemos como la Fundación Pilar i Joan Miró.

El edificio de la fundación es un edificio lineal, ya que Rafael Moneo cuando visitó la finca y consternado por el boom inmobiliario decidió diseñar este edificio de tal manera que cuando el visitante o turista como nosotros visite la misma fundación se integre en el «mundo Miró» y se abstraiga del exterior, rodeando el espacio con naturaleza y agua, además de tragaluces que dotan al edificio una bonita calidez.

Fue en 1992 cuando la fundación abrió al público y gracias a este espacio podemos contemplar, estudiar e investigar acerca del artista, pero también el arte contemporáneo mediante las obras, o incluso la magnífica biblioteca que alberga en su interior.