Se acercan las vacaciones y este verano... a muchos nos toca ir al pueblo, a disfrutar de la familia, los amigos de toda la vida, la hospitalidad de nuestros vecinos, recuerdos de pequeños y de la adolescencia... Apetecible ¿no? De vez en cuando, aunque me encante disfrutar otras ciudades, tanto de España como del resto del mundo, también me apetece escaparme al pueblo y disfrutar mis vecinos.
Me gusta pasear por la calle y saludar a todo el mundo, pararte y charlar con unos y con otros, es decir, desconectar de la rutina y de la frialdad de las grandes urbes en las que vivimos todos los días.
Ahora que estamos en pleno verano, no viene de más recordar nuestro viaje a la Laponia Sueca para refrescarnos un poco, aunque sea visualmente nada más y que podáis haceros una idea para las vacaciones de invierno de este año o para las vacaciones de verano ya que estos paisajes merecen la pena en cualquier época del año.
Nuestra aventura con el trineo tirado por huskies, empezó nada más aterrizar en el aeropuerto de Skellefteå en el mes de Marzo de este año, con la apertura del vuelo de Ryanair que une las ciudades de Gerona con Skellefteå en la Laponia Sueca, que dura aproximadamente cuatro horas.
Antes de montarnos directamente en el trineo, primero fuimos a conocer a los perros que iban a tirar de nuestro trineo. Los perros estaban totalmente motivados, como si quisieran pasar de las presentaciones y empezar a tirar del trineo como si vida les fuera en ello. Son realmente preciosos los huskies y se le ve que estan llenos de vida.
Por lo que nos estuvo contando su cuidadora, la colocación de los perros en el trineo esta muy pensado. En nuestro caso el trineo estaba tirado por un conjunto de seis perros, donde la primera fila de perros esta compuesta por las hembras que son las que guían a los demás perros, la segunda fila por los hijos de estas y la tercera fila suelen ser los más fuertes y más experimentados para poder tirar del trineo cuando este está totalmente parado.
Claro esta que durante nuestro viaje a Cantabria no podía faltar la comida después del desgaste físico que conlleva el estar luchando con las olas. Por eso hay que comer bien para recuperar fuerzas para el día siguiente.
El restaurante del que vamos a hablar es el “Melly”, un lugar bastante pintoresco pero en el que prima la calidad de la materia prima el punto de cocción de sus platos. El restaurante realmente carece de glamour, ya que en su interior engloba restaurante, tienda de chucherías, heladería y un bar-vinoteca. Pero como se suele decir, nunca hay que juzgar el sitio por su aspecto, porque posiblemente puedas perderte algo realmente bueno.
Durante toda la noche, estuvo con nosotros Juan Angulo o como le gustan que le llamen “Chani”, sumiller, jurado de La Nariz de Oro y poeta, que nos amenizo toda la noche con sus historias, sus reflexiones sobre la alta cocina y sobre lo incomidísimo que es el lujo.
Entre todos los platos que pudimos probar, nos quedamos con una de sus especialidades “Bocartes a la sartén” (probablemente los mejores de España), estaban realmente deliciosos, a parte de otros muchos platos como los pimientos verdes rellenos, salmorejo, bocartes al ajillo, etc.